Don Francisco

Mario Kreutzberger es una figura poderosa. Tanto dentro como fuera de los estudios, ejerce el control de las situaciones e impone su ritmo y temáticas. Esto puede parecer arrogante y autoritario. Sin embargo, los que hemos podido ver su desempeño profesional en vivo tenemos que aceptar que esta conducta es justificada y positiva.

No es misterio que Don Francisco es una persona altamente preparada para ejercer la conducción de programas. En "Quien Merece Ser Millonario", lo pude observar de cerca. Me fijé que conocía al dedillo la historia de los seis invitados y de los seis invitados de los invitados, llegando incluso a sorprenderlos. Además, posee un manejo dramático que resulta muy emotivo al aire. También mantiene una relación dinámica y alegre con el público, destacando las rápidas y certeras tallas que saca bien a menudo. Cabe destacar que no cae en descalificaciones gratuitas y que se muestra cercano con toda la gente del set, desde los tramoyas hasta el director o el fotógrafo del canal.

En el aspecto técnico no se queda atrás. Cada vez que hay que grabar mensajes publicitarios se conecta rápidamente, improvisa de manera acertada y edita mentalmente las piezas. Propone soluciones acertadísimas y novedosas a la continuidad del programa. Muchas veces durante la grabación del programa se percató de problemas que nadie más de la producción identificó.

Mario Kreutzberger no se oculta tras Don Francisco. Durante la grabación, se acercó a los concursantes y les contó parte de su vida personal. Mencionó sus humildes orígenes, la historia de sus padres y tíos escapados de campos de concentración, su infancia en la calle Tocornal (en donde aseguraba que casa por medio era prostíbulo), los esfuerzos de su familia por progresar socialmente, su acceso a una casa en Ñuñoa con piscina, los esfuerzos de su padre por enviarlo a Estados Unidos a estudiar para ser técnico de modas y su relación con la televisión norteamericana, de la cual era un fanático y experto en los albores de los sesenta. Pudo justificar el hecho de que al volver a Chile fuera una de las personas que más sabía de televisión en el país, por el hecho de haberse expuesto con regularidad al medio durante su estadía estadounidense.

Tengo que reconocer que Don Francisco es el gran maestro de la televisión chilena y latinoamericana. Esto se debe a que impone seguridad con un carácter firme y con profesionalismo. Es una persona respetuosa, ponderada y esforzada, que llegó a donde está por mérito propio y constancia, ya que tras casi cuarenta y tantos años en pantalla no ha dejado nunca de ejercer su profesión con humildad y completa entrega. Es cierto que ha tenido caídas y que no siempre es tan virtuoso como lo he pintado, pero lo que merece ser destacado es su actitud por entregar a la gente un producto de calidad y honesto.