El Mercurio: ¿objetivo?
Yo entiendo que la objetividad pura es inalcanzable para un medio: es imposible e incluso resulta recomendable mantener una postura determinada frente a los hechos.
Sin embargo, me parece que El Mercurio, luego de la cobertura ofrecida ante el deceso de Pinochet, demostró que es un medio peligroso y cínico. Todas las crónicas, cartas al director, editoriales y reportajes al respecto ocuparon la cautelosa fórmula del balancín (ampliamente criticada en medios anglosajones, por propender al objetivismo). Con eso, el diario dio una imagen aparente de objetividad, al menos para el ojo del lector promedio: el que escudriña poco y se contenta con los titulares, bajadas y leads.
Era cuestión de días para que la hilacha ultraderechista mercurial saliera a la luz. Un sinfín de rememoranzas al fenecido general en la sección de obituarios -algo que seguramente no ocurrió con la muerte de Allende (no sé, soy muy joven, pero no huevón)- se vieron coronadas con un aviso de agradecimiento de página completa (foto arriba, izq.). No pude dejar de preguntarme, ¿los suscriptores del anuncio, habrán pagado lo que verdaderamente cuesta publicar a página completa en ese diario? ¿Sería posible que El Mercurio publicara una dádiva de similares características en favor de Salvador Allende? ¿Cuánto les habrá costado encontrar una foto de Pinochet con cara de abuelito santurrón?
Repito: abanderarse con una postura política determinada no es malo, propende a la apertura del diálogo. Lo malo es engañar a la gente pretendiendo ser una cosa, incluso diciéndolo a través del editorial, para luego ser algo completamente distinto en la práctica.
El último comercial del Mercurio (abajo), aparte de ser una copia vulgar a un comercial gringo, es mentira. Imposible que 65 de cada 100 chilenos elija este diario como su referente noticioso. Menos aún después de ver la página C11 del martes 12 de diciembre.
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