Partes injustos
La primera vez fue en una de esas calles cercanas a Escuela Militar, en donde hay partes con línea amarilla y otras no. Como justo me encontraba en un espacio válido entre dos espacios prohibidos, el inspector no hizo distinción y me pegó senda calcamonía en el vidrio lateral del conductor. Anda a explicarle al juez que estaba bien estacionado
La segunda ocasión fue en una calle del barrio de la Casa Central de la PUC. Su nombre, Guayaquil. Su extensión, 35 metros. Resulta que la calle que desemboca en Guayaquil, la originalmente llamada Quito, requiere de permiso especial para estacionar. Guayaquil, siempre más liberal y desordenada que Quito, no. Lamentablemente, el inspector municipal no encontró mayor diferencia entre ambas urbes (calles) ecuatorianas y me invitó gentilmente a hacer mis descargos ante el Juzgado de Policía Local de Santiago Centro.
La última genialidad ocurrió hace un mes en el aeropuerto al ir a dejar a unos familiares. Yo estaba en segunda fila, en un taco de seis autos, de los cuales descendían fluídamente pasajeros. Al ver que no podía avanzar, decidimos salir del placapatente VG-XXXX, tal como lo hacían las demás personas de los otros autos. Suerte para mí, un nóbel carabinero decidió que yo era "un peligro para la seguridad del recinto". Acto seguido, citación al tribunal, no obstante flagrantes vicios de forma y fondo en el procedimiento.
Lo que tienen en común estos tres casos son dos cosas. Primero, en todos ellos se me encontró la razón. Segundo, en todos ellos no se me absolvió de los cargos, sino que se aplicó una rebaja en el monto a pagar.
El juez de Las Condes, un suplente, no dio mayores explicaciones. Yo, ingenuo, cobarde y conformista, pagué pensando que podía haber sido peor. En el caso de Santiago Centro, no contento con la resolución, pedí informe de las señaléticas de la calle. El juez, pedante, me dijo que no era necesario porque él conocía todas las calles de su jurisdicción como la palma de su mano, porque ese era su trabajo. El resultado es el mismo de siempre, descuento, sólo que en este caso decidí apelar a una instancia mayor. Si hasta fotos de la calle llevé. El procedimiento era enviar un escrito con las razones. Tapa. Yo esperaba que por lo menos me llegara una carta o me citaran para explicarme las razones esgrimidas para justificar el "no ha lugar". Simplemente me llegó un papel con esas tres categóricas, definitivas e injustas palabras. Para el "affaire Pudahuel", hasta el suboficial a cargo del carabinero que me cursó el parte me dijo que no tenía culpa, que me quedara tranquilo y que todo se debía a que el carabinero había cometido un error por ser nuevo y no de tránsito. En todo caso me dejó bien en claro que el parte, una vez materializado, no se puede anular, según disposiciones de la Contraloría. "Pero ándate tranquilo que tú tienes la razón y le explicas al juez y listo", finalizó mi suboficial. Mmmmm.
Me acaban de informar que mi petición de reconsideración fue... ¡¡aceptada!!. Pero, para variar, se me obliga a cancelar una UTM y no dos como obligaba el fallo inicial. Es que Jalisco nunca pierde...
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